Limpiar el Polvo: La tortura del que limpia en casa

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 ¡Hola, holita!

No sé si os pasa a vosotros también, pero sólo hay una cosa en el mundo que odio como tarea del hogar.


¡El polvo! Ese traicionero villano doméstico que siempre parece tener el mismo plan malvado: apoderarse de cada rincón de nuestras casas. Y si vives en un camino hacia el campo por donde desfilan tractores y camiones como si fuera el Carnaval de Cádiz, ¡prepárate para enfrentar al polvo en su forma más feroz y persistente!


Imagina esto: te despiertas un hermoso sábado por la mañana, listo para disfrutar de un día tranquilo. Miras alrededor y piensas: "Hoy me voy a tomar un descanso". Pero espera. ¿Qué es eso que brilla en la luz del sol? ¡Sí, señor! ¡Es polvo! ¡En todos lados! ¡Sobre los muebles, la televisión, las estanterías y hasta en tu colección de imanes de la nevera!


El polvo es como ese primo molesto que aparece sin invitación en cada fiesta familiar. No importa cuántas veces lo eches fuera, siempre vuelve, y peor aún, cuando te trae a sus hijos y al amigo lastimero. Pero el polvo del camino de pueblo, ¡oh, ese es otro nivel! Ese polvo es como el jefe final en un videojuego: implacable, astuto y con un montón de trucos bajo la manga.


Y así comienza la batalla épica del limpiador contra el polvo. Armado con trapos, plumeros y esa aspiradora que suena como una mezcla entre un helicóptero y una hiena riendo, te enfrentas a tu némesis. Empiezas con entusiasmo, decidido a ganar. Cada trapo que pasas sobre una superficie es como un golpe de kung-fu y cada succión de la aspiradora un ataque aéreo.


Pero el polvo no se rinde tan fácilmente. Justo cuando crees que has ganado, miras hacia la ventana y, ¡oh sorpresa! Ahí va un camión de pavos gigante, levantando una nube de polvo tan grande que podrías pensar que estás en medio de un Western. "¡Ahí va otra vez!", gritas con frustración mientras ves cómo esa nube de tierra se filtra por cada rendija de tu casa.


No importa cuántas veces limpies, el polvo siempre encuentra la manera de volver. Es como el Terminator de la suciedad: “Volveré”. Te imaginas a ti mismo diciéndole a tus amigos: “Limpio, luego existe polvo. Es una constante del universo”.


Y claro, no podemos olvidar a los tractores. Esos grandes y pesados tractores que parecen tener un pacto secreto con el polvo. Cada vez que uno pasa, es como si le dijera al polvo: “¡Vamos, es hora de hacer una fiesta!”. Y el polvo, obediente y animado, se lanza en una invasión masiva hacia tu casa.


Pero no todo está perdido. Si hay algo que aprender de esta lucha eterna, es que el polvo, a pesar de ser una molestia, también es un gran maestro de la paciencia y el humor. Porque si no puedes vencerlo, ¡al menos puedes reírte de ello! Cada vez que limpies y el polvo regrese, en lugar de frustrarte, imagina que estás en una película cómica de acción, donde tú eres como Sherlock Holmes y el polvo es Moriarty ese villano al que siempre derrotas, aunque sea por unos minutos gloriosos, porque siempre logra volver.


Así que, ¡amiga!, sigamos limpiando y riendo. Porque al final del día, el polvo puede ser persistente, pero nuestro buen humor siempre será más fuerte. 


¡Hasta la próxima batalla! ¡Y que el trapo y la aspiradora estén siempre a vuestro favor!


Miki Díaz

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