O cómo un viaje aburrido con tu pareja se convierte en una comedia involuntaria 🌍
Vamos a ver, hablemos claro: ¿Quién no ha soñado con ese viaje romántico, perfecto, digno de Instagram, con su pareja? Ya sabes, esos anuncios donde la pareja sonríe mientras camina de la mano por calles empedradas, con el sol brillando y ni una arruga en la ropa. Pues… spoiler alert: ¡Eso no existe! Viajar con tu pareja es más bien una prueba de resistencia… y sentido del humor. Y si tienes suerte, al final hasta te ríes.
Primer acto: "El Google Maps es mi guía (aunque no sepa usarlo)"🗺️
Comienza la aventura. Llegas a tu destino y, ¿Qué es lo primero que hace él? ¡Exacto! Saca el Google Maps de su móvil porque claro, "él tiene un sentido de la orientación infalible". Y ahí estás tú, observándolo mientras camina seguro de sí mismo, girando el móvil como si fuera un zahorí buscando agua en mitad de Tabernas, intentando encontrar la dirección correcta. Claro, porque eso de pedir indicaciones es para los débiles, ¿me entendéis?
Diez minutos después, estás perdida en una calle que ni Google Maps reconoce, y él insiste en que "solo hay que girar en la próxima esquina". Pero, ¡oh sorpresa! La próxima esquina lleva a un callejón sin salida, o mejor aún, ¡de regreso al hotel! Y ahí es cuando tú empiezas a pensar que quizás deberías haber dejado que él hiciera la maleta solo para este viaje… en serio, solito.
Segundo acto: "El arte de hacer el equipaje: una maleta, dos estilos"🧳
Y hablando de hacer el equipaje… ¿Qué es eso de "viajar ligero"? Nosotras sabemos bien que un buen viaje necesita de varias opciones de outfit, porque, obviamente, no es lo mismo una cena romántica que una caminata por la montaña. Pero ahí está él, con su maleta de mano, que parece la versión masculina del bolso de Mary Poppins: dos camisetas, un par de jeans y un cepillo de dientes. ¡Y ya! Mientras tú te las ves y te las deseas para cerrar tu maleta con todo lo esencial para sobrevivir.
Y luego viene el "clásico": llegar al destino y darte cuenta de que él, por supuesto, se ha olvidado de meter algo importante. Como… los calcetines. Y ahí estás tú, compartiendo tus calcetines de emergencia (que por supuesto llevabas porque estás preparada para cualquier catástrofe). Porque eso es el amor, chicas: ceder tus calcetines.
Tercer acto: "Decisiones, decisiones… ¿o no?"🤔
Otro gran momento de los viajes en pareja: la toma de decisiones. Y no, no me refiero a las decisiones importantes, sino a las pequeñas: ¿Dónde comemos? ¿Qué visitamos primero? Ahí estás tú, diplomática, preguntando: "¿Qué te apetece?" Y él responde con un clásico: "Lo que tú quieras." Mentira. Pura y dura.
Porque, en cuanto decides que quieres probar ese restaurante local súper auténtico, él de repente recuerda que "tenía ganas de una hamburguesa". Y ahí vamos, a buscar el único lugar que vende comida rápida en todo el casco antiguo, donde lo único "auténtico" es la Coca-Cola. Pero, ¿sabéis qué? Cuando estás comiéndote esa hamburguesa medio quemada, con vistas a una plaza histórica, él suelta una de sus tonterías que te hace reír a carcajadas, y de repente, todo vale la pena.
Risas en el viaje ✈️
Así que, sí, puede que viajar con tu pareja no sea siempre el cuento de hadas que imaginabas, y que a veces prefieras un paseo solitario por la playa. Pero esas pequeñas cosas, esas anécdotas que te sacan de quicio en el momento, son las que luego recuerdas con cariño (y risas). Porque viajar en pareja no es solo descubrir nuevos lugares; es descubrirse el uno al otro en situaciones ridículas y divertidas. Así que la próxima vez que estés en ese viaje de "ensueño" que no sale como planeabas, respira hondo y prepárate para la comedia. Al final, esos momentos inesperados son los que hacen el viaje inolvidable.
¡Y eso es lo que realmente cuenta! 🌟