Como a todos nos ocurre, la vuelta a la normalidad después del verano supone una etapa de desestabilidad y desequilibrio hasta que todo se organiza y vuelve a su cauce. Eso me tiene bastante de los nervios así que, por las noches, en mi rato de lectura me estoy dedicando a escribir, escribir y más escribir para intentar tranquilizarme. Aunque no concibo la vida, ni concilio el sueño sin leer un rato antes, el cambio me está funcionando ya que, de todas formas, no conseguía relajarme y no me enteraba de nada de lo que leía. 🤯🤯

Sea cual sea el motivo por el que os encontréis en una situación similar os sugiero estos dos tips de escritura que os aseguro que os ayudaran, al menos, a relajaros:

1.   Lista de lo que quiero soltar:  Haz una lista de las cosas que ya no quieres en tu vida, como pensamientos negativos, hábitos destructivos o relaciones tóxicas. A medida que escribas, reflexiona sobre por qué quieres soltarlas y cómo te sentirías si lo lograras. Puedes volver a esta lista y tachar elementos a medida que avances en tu proceso de liberación.

        Objetivo: Identificar y liberar pensamientos o hábitos que te están frenando.

 Durante esta semana he confeccionado mi lista de “desechables” y alguna he tachado ya. ¡Y qué gustazo me ha dado poder tacharla! He sentido una gran satisfacción… como si al hacer el trazo de tachado estuviera logrando un gran éxito.

2.    Escribe sobre un logro olvidado: Piensa en algo que lograste en el pasado pero que ya tienes olvidado. Puede ser un logro pequeño o grande, algo que te hizo sentir orgullo en su momento. Escribe sobre ese momento y lo que significó para ti.

        Objetivo: Reconocer tus propias fortalezas y capacidades. Este ejercicio te ayudará a reconectar con tus habilidades y aumentar la autoestima.

Os dejo por aquí un logro del que me siento muy orgullosa, no tanto porque fui capaz de conseguirlo sino, por la lección que mostré a mi hija de cómo nunca se debe tirar la toalla sin haber luchado antes. 🦸🏻🥷🏻

“Septiembre del 2014... Después del más horroroso de los veranos prácticamente sin dormir y en una tensión continua donde los minutos, tanto diurnos como nocturnos, contaban para conseguir o no el objetivo, mi hija dio por concluido su TFG (Trabajo Fin de Grado). El logro no fue acompañarla y ayudarle en alguna que otra cosilla sino conseguir que siguiera adelante cuando, tanto compañeros como el propio tutor del TFG, decían que era imposible terminarlo y cuando las correcciones y la falta de sueño la tenían extenuada. Pero finalmente lo terminó y lo presentó con éxito sólo a la espera del documento oficial que lo acreditara. El paso siguiente era matricularse en la Escuela Politécnica de Madrid para hacer allí el Máster habilitante necesario para ejercer como Ingeniera de caminos, canales y puertos.

Cuando llama a la escuela para desplazarse a hacer la matrícula le comunican que el plazo ya ha acabado y que, por tanto, no se admiten solicitudes ¿Cómo? ¿Acabado? ¿Pero si acaba de leer su TFG? ¿Es que las distintas escuelas no están sincronizadas? ¿No puede elegir donde hacer el Master porque en su escuela no le dan la documentación necesaria para poder estudiar en otra y tenerse que quedar allí forzada o perder un año?

Me revelo y le digo que vuelva a llamar, les explique, y vea que puede solucionar y la respuesta de mi inteligentísima hija es:

-          ¡No sé dónde te pierdes, mamá! El plazo está cerrado y ya no se puede hacer nada. ¡No es no! Me lo han dejado claro.

Mentiría si dijera que, después de todos los esfuerzos por parte de todos, pensar que por un tema meramente administrativo y, me temo que intencionado, mi hija tenía que perder un año o quedarse donde estaba, que no la entusiasmaba, di rienda suelta a mi cólera contra ella por su negación a intentar solucionarlo. 😤😤😤😤😤

Después de calmarme un poco y dejar de pensar que se lo merecía por no luchar pensé que, al fin y al cabo, aún era muy joven y no se tienen los mismos recursos así que levanté el teléfono sin tener ni idea de con quien hablar ni que decir, pero con la determinación de intentarlo. 🤨 🤨 

Tal vez otro día os cuente con detalle, pero el resultado fue que, tras hablar con unas cuantas personas hasta dar con la adecuada y un buen rato de argumentaciones improvisadas y convincentes a mi modo de ver, quedé a la espera de una respuesta después de que la persona con la que hablé me garantizara que convocaría una reunión con el consejo de dirección donde expondría mi petición. Justo a los dos días me llamaron para comunicarme que habían ampliado, por unos días, el plazo de matrícula. Mi hija, y no sé si algunos más, consiguieron entrar. 🔝🔝🔝

Me siento muy orgullosa de mi logro. Lo conseguí, pero si no hubiera sido así al menos me habría quedado la tranquilidad de haber hecho todo lo posible. A la vez mi hija aprendió la gran lección de que no se pueden dar por cerradas las cosas sin haberlas luchado antes por imposibles que parezcan. Y el otro premio, no menos importante, fue conseguir la admiración incondicional que mi hija me profesa, Jjjjjjjjjjjj.”

Ahora al escribirlo y recordarlo, cómo indica el ejercicio, me da un subidón de autoestima.

¿Y vosotras? ¿A qué esperáis? Corred a escribirlo que seguro que tenéis más de un logro a lo largo de vuestras vidas que disfrutaréis al recordar y del que os sentiréis muy orgullosas. 🥇.🥇.🥇

¡Nos vemos el próximo miércoles con la autoestima dos rayitas más altas y con una lista llena de tachaduras! 📝📝📝