¡Hola Sukis!
Si hay algo que Bert Hellinger nos dejó claro, es que en el gran teatro de la vida, los padres son los directores y nosotros, los actores.
Pero claro, aquí llega el caos: ¡queremos dirigir la obra cuando ni siquiera sabemos el guion! 🙃
Nos cuesta dejar a los padres ser padres. Es como si dijéramos: "Papá, mamá, gracias por traerme al mundo, pero yo me ocupo de todo lo demás". Y ahí estamos, asumiendo roles que no nos tocan, desautorizándoles y, de paso, montándonos un drama digno de telenovela. ¿El resultado? Relacionarnos como el perro y el gato.
El vínculo con mamá es crucial. Ella es nuestro primer refugio, la base de nuestra seguridad. Pero a veces nos enredamos en expectativas imposibles: "Mamá, tú tenías que ser perfecta". No, querida. Las madres también son humanas, con sus tropiezos, manías y su receta de lentejas que nunca cambia.
Confesémoslo: cuando pensamos en la figura paterna, muchas veces lo reducimos al "arreglalotodo" o al que lleva las bolsas más pesadas del súper. Pero, ¿y si te digo que papá es mucho más que eso? Es la columna vertebral de la estructura familiar, el protector del equilibrio emocional y la brújula que guía a los hijos. 🧭
Sin embargo, a veces sucede lo impensable: la mujer, sin quererlo, desautoriza al padre. “¿Tú? Mejor no te metas, que yo lo manejo”. Y claro, ahí empieza el baile de roles cruzados. Mamá se convierte en sargento, los hijos en pequeños dictadores, y papá... ¡en un florero! 🌷
Y ojo con papá. Si no le vemos como figura de respeto, cuidador y protector, ¿cómo esperamos que nuestros hijos vean lo que es un buen ejemplo? ¡Es como intentar explicarles el alfabeto sin saber leer! La desautorización de los padres siembra el terreno perfecto para los problemas de apego.
El problema es que, cuando papá no ocupa su lugar, algo en la familia pierde el norte. Los hijos no ven una figura que les enseñe seguridad, límites y fuerza, y eso pasa factura. Es como quitar una pata de la mesa y pretender que no tambalee.
Cada figura en la familia tiene su importancia. Papá no es solo el "fuerte", también es el que dice: "Tranquila, todo irá bien", y los hijos necesitan esa voz. Pero para que él pueda serlo, mamá tiene que darle espacio. Porque sí, señoras, ser fuerte no significa hacerlo todo solas.
Papá no es un accesorio decorativo. Es una pieza clave en el puzzle emocional de la familia. Dejemos que sea el guía, el protector, y, de paso, el que pone orden cuando los peques convierten el salón en un campo de batalla. ¡Papá, te necesitamos más que nunca! 💪
En honor a Hellinger y sus enseñanzas, relajemos un poco el drama. Dejemos que nuestros padres sean imperfectos, que el vínculo con mamá sea un abrazo, no una lucha, y que papá recupere su papel de guardián de nuestra galaxia emocional. Porque al final, las constelaciones familiares brillan más cuando cada estrella ocupa su lugar. 🌟