¡Buenos días mis querid@s Sukis!

¡Cómo transformar tus vivencias con la escritura! 🫶✒️🫶

Aquí lo tenéis:

Escribe sobre un momento difícil

• Elige una experiencia que haya sido dolorosa o difícil y escríbela con todos los detalles que recuerdes. Luego, escribe sobre cómo te sientes al respecto ahora y cómo te gustaría que hubiera sido diferente. Esto puede ayudarte a procesar el dolor y quizás reescribir la historia desde una perspectiva más compasiva o con el beneficio de la distancia.
• Objetivo: Liberar tensión emocional y obtener nuevas perspectivas.

Y, como siempre, aquí os dejo mi ejemplo:

“Aún no había conseguido tranquilizarme de los nervios que había pasado hasta llegar a tiempo a la estación de Atocha, en plena Filomena con todo lleno de nieve y el coche patinando por las anchísimas avenidas madrileñas, cuando súbitamente se apagaron las luces del tren y este empezó a disminuir su velocidad. ❄️🚂❄️

¡Vaya… parecía que, al menos en esta ocasión, el Ave no iba a llegar a tiempo! Eso me tensó enormemente porque estábamos en plena pandemia y este era el último tren hasta Córdoba que llegaba a tiempo justo antes del toque de queda. ⏱️⌛

Fue un pequeño contratiempo que apenas duró unos minutos y el tren reanudó su marcha.

Antes de que me diera cuenta avisaron que llegábamos a Córdoba así que para no llevar nada en las manos me coloqué todo el arsenal de ropa de abrigo que traía de Madrid: chaquetón, guantes, bufanda, mascarilla y me dispuse a seguir las medidas Covid que habían dado. 🧣🧤🧥😷

Estaba a punto de entrar en combustión espontánea sentada en mi asiento esperando a que salieran los pasajeros de los asientos delanteros por riguroso orden para no amontonarnos en la zona entre vagones cuando me pareció notar que el tren se movía. Al principio pensé que me había mareado del calor, pero luego identifiqué, sin duda alguna, que se trataba del tren iniciando la marcha.

¡Ahora sí que entré en pánico! 😱😱😱 Si no conseguía hacer algo para detenerlo me plantaba en Sevilla a las tantas de la noche. Busqué al revisor de vagón en vagón corriendo como una loca por los pasillos y cuando lo encontré lo increpé gritándole que tenía que parar el tren. De nada sirvió… Empapada en sudor, de tanto correr con tanta ropa de abrigo, y al borde del ataque de nervios llamé a mi marido para contárselo.  ¡Maaaadre mía la que me cayó! ¡No paraba de repetir que no se lo explicaba! Y la verdad…yo tampoco. 😥

Había sido muy obediente siguiendo las instrucciones anticovid. Esperé pacientemente a que salieran los pasajeros más cercanos a la puerta sin ser consciente de la coincidencia de que ninguno de ellos se bajaba en Córdoba. Ninguno de ellos se movió de su asiento y, lo peor, yo tampoco así que allá iba rumbo a la capital hispalense.

Lo único que se le ocurrió a mi marido fue ir a recogerme a Sevilla. 🚗🚗

Me tranquilicé pensando que eso le podía haber pasado a cualquiera y que cómo había solución no tenía de que preocuparme más. El único inconveniente era que tendría que esperarlo un buen rato. 🕸️🕸️🕸️

¿He dicho el único? No, no, no… ¡No había caído en que la vuelta en coche supondría sobrepasar con creces el toque de queda y las multas eran de hasta 600 euros! 💰💰

Nerviosa con este descubrimiento, asfixiada de calor con la ropa, que con la alteración no caí en quitarme, llegamos a Santa Justa. Todos nos bajamos del tren y, a un ritmo frenético, cada uno se fue para un lado y en menos de 10 minutos en la estación solo quedábamos dos personas: un mendigo durmiendo en un banco y yo.

Ni llegaban ni salían más trenes, las ventanillas estaban todas cerradas, no había personal de mantenimiento ni de seguridad, no había taxis en la parada. ¡Por difícil que resulte creérselo no había absolutamente nadie! El aspecto fantasmagórico de la estación helaba los huesos.

Bueno…no solo era el aspecto. La nochecita era de órdago. El aire gélido corría a sus anchas por la estación desierta y la fuerte lluvia contribuía a que el sonido al golpear los techos metálicos fuera ensordecedor, aunque a mi compañero de “Supervivientes” no parecía molestarle. 🛌🏻💤

Tuve que esperar aún un rato a mi marido sin dejar de pensar en el camino de vuelta. Y no me quedé corta al imaginar cómo fue. Los limpiaparabrisas, a potencia máxima, no conseguían desalojar el agua de la lluvia torrencial que estaba cayendo. Ningún vehículo nos deslumbró con las luces porque no nos cruzamos con nadie. Mi único pensamiento, imagino que potenciado por el cansancio y la tensión porque no suelo ser tan negativa, era que si nos pasaba algo allí nos quedábamos hasta el día siguiente que nos encontraran…¡Congelados, claro! 🥶🥶🥶

¡Por suerte no fue así! Llegamos cerca de la una de la madrugada, a una ciudad fantasma, con el temor de encontrarnos algún coche de policía y que nos multaran ¡Eso habría sido la guinda del pastel! 

Creo que nunca me alegré tanto de llegar a mi casa ¡Home sweet Home! 🏠🍬🏠”

La última parte del ejercicio me la salto deliberadamente porque, aunque aquel episodio me hizo pasarlo mal, fueron muchas las conclusiones que saqué de la experiencia.  De hecho no estoy segura, si tuviera que elegir ahora, de cambiar nada de lo que ocurrió. A veces no creemos en nuestra propia fortaleza y no confiamos en nuestra capacidad de salir airosas de algunas situaciones. 

Prueba de ello es que lo que empecé creyendo que no conseguiría mantener ni dos semanas va ya por casi 5 meses. Acabo el año contenta de haber conseguido superar mis bloqueos y miedos y deseosa de volver con vosotr@s el nuevo año. 

¡Os deseo que paseis unas felicísimas fiestas y que el 2025 venga cargado de ilusión y prosperidad! 🎄🎄 2️⃣0️⃣2️⃣5️⃣ 🎄🎄