¡Hola, Sukiiiiiis!
Confesémoslo: somos nuestras peores críticas. ¿Que metemos la pata? Nos damos látigo. 👿💢
¿Que alguien más comete el mismo error? Le decimos: "Tranquila, a cualquiera le pasa". Es curioso cómo somos capaces de consolar a medio mundo, pero con nosotras mismas... ¡ni agua! 🙄
Imagina esto: estás en una reunión, sueltas un "gracias igualmente" cuando te dicen "feliz cumpleaños". Toda la semana te martirizas. Sin embargo, si tu amiga dice lo mismo, ¡te partes de risa y lo olvidas en dos minutos! 😂
¿Sabes qué pasa? Tenemos una lupa emocional que usamos para analizar cada uno de nuestros errores, pero cuando se trata de los demás, cambiamos a un filtro relajado y generoso. Nos cuesta perdonarnos porque pensamos que nuestros fallos nos definen. ¡Error!
Cuando eras pequeña y aprendías a montar en bici, ¿te regañabas porque te caías? No, te levantabas y seguías pedaleando. Pues la vida es igual: caídas, risas y un poco de mercromina para seguir adelante.
Reconciliarte contigo misma es tratarte como tratas a tu mejor amiga: con cariño, humor y un "tía, no pasa nada". Porque la vida ya tiene suficientes dramas, no necesitas añadirle los tuyos.
Así que ya sabes, cuando te equivoques, sonríe, perdónate y sigue. ¡Lo haces mejor de lo que crees! 😉