¡Hola, Sukis!
Dicen que meditar es maravilloso, que es la clave para encontrar la paz interior y, quién sabe, quizá incluso recordar dónde dejé las llaves del coche. 🧘♀️💫
Así que ahí estoy yo, pensando en empezar el 2025 con mucha actitud, toda puesta con mis mayas y mi esterilla, decidiendo que hoy sí o sí voy a meditar.
🌄 Primero, el lugar.
Busco un rincón tranquilo en mi casa. Spoiler: no existe. Entre la perra derribando macetas, el niño gritándole a la PlayStation como si compitiera en un concurso de decibelios, y mi marido preguntando “¿has visto mi cargador?”, la paz parece más un mito que una meta. Pero no me rindo. Me planto en el salón con un cojín, como si eso fuera a silenciar el caos.
🎵 Segundo: la música o el silencio.
Aquí empieza el drama. Elijo música relajante, de esa que tiene sonidos de olas y pajaritos. Gran error. De repente mi cerebro decide: “¿Te acuerdas de aquella vez que casi te ahogas en la playa?” Adiós relajación. Cambio a silencio absoluto, y ahora escucho todo: la nevera, mi respiración (que de relajada no tiene nada), y... ¿Quién dejó la lavadora puesta?
🧠 Tercero: llevar mi cerebro al presente.
Esto, amigas, es como intentar meter un pulpo en una maleta. Mientras intento concentrarme en mi respiración, mi mente tiene su propio plan:
“¿Qué hago de cena hoy?”
“¿Pagué la factura de la luz?”
“¿Por qué Beyoncé siempre tiene tiempo para meditar y yo no?”
Y ahí está el gran problema: vivimos tan on fire todo el tiempo que estar en el presente nos parece aburrido. Nos cuesta porque estamos acostumbrados a tener mil cosas en la cabeza, y bajar revoluciones se siente raro, como si el mundo fuera a dejar de girar si nos tomamos cinco minutos.
💭Entonces, ¿Cómo debería meditar?
Pues con humor. No te tomes tan en serio eso de alcanzar el nirvana a la primera. Encuentra un lugar donde, al menos, no te interrumpan cada cinco minutos. Silencio o música: lo que funcione para ti, ¡esto no es un examen! Y si tu mente se va a pensar en la lista de la compra, no pasa nada. Haz las paces con tu caos interno; es parte del show.
Al final, logré estar presente… por unos 30 segundos. Pero, ¿sabes qué? Por un momento, fui consciente de mí misma, de mi caos, y hasta me reí de él. Y eso, para mí, ya es un éxito.
¡Hasta pronto!