La Falacia de las Gordas

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¡Sukiiiiiiiiiis!

A ver, voy a decirlo sin anestesia: estar gorda no es fantástico, es una tortura. 



No para el que me ve, sino para mí. Porque sí, amiga, pertenezco al famoso "mundo curvy" (me río por no llorar), con mi talla XL bien puesta, pero estoy hasta las narices de que me vendan la moto del empoderamiento.


Antes, cuando tenía una talla S (porque la tuve, que conste en acta), no me molaba ir de compras. Pero ahora me gusta menos, porque me veo en un cuerpo que no es el mío. Estoy fea de narices, mi autoestima está más baja que el WiFi en el ascensor y, sinceramente, me cuesta un mundo encontrar algo que me quede bien sin parecer una morcilla embutida.


Y entonces llegan las de la revolución "body positive", con su "acéptate y serás más feliz". ¿Cómo voy a ser feliz si subo las escaleras y me ahogo como si hubiera corrido una maratón? ¿Si hago un mínimo esfuerzo y me pongo taquicárdica perdida? ¿Si me duele hasta el alma, el azúcar me baila más que un reguetonero y mis huesos crujen como si andará por una buhardilla del siglo XVI?


Pero aquí viene lo mejor: todavía no he conocido a una sola gorda que no quiera estar delgada. ¡Ni una! Algunas, como yo, tenemos la fuerza de voluntad de un koala en coma. Otras dicen que es "genética", pero vamos, que se ve claramente que la cosa viene de otros problemas.


En fin, que sí, que el amor propio es importante. Pero autoengañarse es otra cosa. Así que, si me veis corriendo, no es que esté haciendo cardio… es que han puesto rebajas y voy a por la talla L antes de que se agote. 😜💨




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