¡Hola Sukisss!
Cuando era adolescente, el mundo me parecía un lugar injusto.
Hija de padres divorciados y casados de segundas, sentía que la vida me había jugado una mala pasada. Y mi madre, mi madre perfecta hasta entonces, de pronto tenía que estar defectuosa de alguna manera. No porque ella lo demostrara, sino porque la sociedad de aquel entonces lo dictaba. ¡Y claro! Si se divorció, algo malo habría en ella, ¿no? (La respuesta es un rotundo NO, pero ya sabemos cómo de absurdos pueden ser los prejuicios).
Así que pasé de ser su hija a ser su cuidadora emocional, creyendo que ella me necesitaba más a mí que yo a ella. Y en ese papel me sentía importante, aunque también agotada. Pero, con los años, mi rol de hija se transformó en el de amiga, y ahí entendí algo que me costó procesar: mi madre nunca dejó de ser mi madre perfecta. Simplemente, la estaba viendo desde otra perspectiva.
Cuando me convertí en madre, decidí ser la madre que yo habría querido tener. ¡Un tremendo ERROR! Porque pronto descubrí que ser la madre perfecta es un reto nivel jefe final. No hay manual, ni atajos, ni modo fácil. Te despiertas pensando que hoy vas a ser paciente, amorosa, comprensiva... Y terminas el día negociando con un duende hiperactivo que exige cenar galletas mientras trepa por el sofá. 🤦♀️
Al final, la crianza se resume en tres cosas: que el niño siga vivo, que aprenda algo y que sea feliz. Y en el camino, te conviertes en chofer, enfermera, chef, detective de juguetes perdidos, MacGyver de manualidades de la escuela y, en la adolescencia... en un saco de boxeo emocional. Porque llega la etapa en la que todo lo que digas está mal, cualquier consejo es una ofensa y tú te conviertes en la villana de su película mientras intentan encontrar su sitio en el mundo. 😅
Pero, al final del día, cuando los ves dormir, recuerdas que todo vale la pena. Porque no hay madre perfecta, pero sí hay madres que, con sus errores y aciertos, siguen siendo perfectas para sus hijos. Y eso, amigas mías, es lo que de verdad importa.
Lo vuelvo a repetir. Para tu hijo, al final tu eres la indicada, a sus ojos no hay mejor madre que tú. Para él, si eres perfecta. Incluso para nosotras. Mi madre con sus cosas buenas y no tan buenas, es la madre perfecta para mi. Así que mi consejo sería que no te juzgues tan duramente. Lo hacemos todas, sin darnos cuenta. Y realmente no tiene sentido. Un besazo Sukis 💋