¡Hola Sukis!
Redes sociales: el patio del recreo más salvaje del mundo 📱👾
No sé tú, pero yo echo de menos los recreos de mi infancia. El drama más grande era que te quitaran el bocadillo o que te tocara hacer de portera. Ahora el recreo está en una pantalla, es 24/7 y se llama Instagram, TikTok, Snapchat, Twitch, Discord… y más nombres raros que parecen marcas de champú, pero no. Son las redes sociales, ese universo paralelo donde nuestros hijos pasan horas, vidas y joden sus neuronas.
Y claro, yo alucino en colores (otra vez). Porque resulta que ahí dentro se ríen, se enamoran, se insultan, se espían, se comparan, se exponen… ¡todo al mismo tiempo! Y mientras tanto, tú intentas educarles con cariño y coherencia, pero te miran con cara de: “Mamá, tú no entiendes nada”. ¡Pues claro que no! Si yo me emociono cuando uso un filtro de perrito y no me sale bizco, imagínate.
Lo preocupante es lo que no vemos: la autoestima desmoronándose porque no tienen suficientes likes, las comparaciones con cuerpos imposibles (que encima están editados), los retos virales peligrosos, los comentarios crueles y ese miedo constante a quedar fuera de la conversación digital. Antes teníamos miedo al suspenso en mates, ahora tienen miedo a que nadie vea su historia de Instagram.
Y lo peor: ellos no lo ven como un problema. ¡Lo ven como normal!
Así que aquí estamos nosotras, las madres 3.0, tratando de poner límites sin parecer villanas de Disney. Intentamos enseñarles que la vida real no tiene filtros, que su valor no se mide en corazoncitos y que la felicidad no se sube a stories.
No lo tenemos fácil, pero sí claro: más diálogo, más empatía y más educación emocional. Porque el mundo digital no lo vamos a parar, pero sí podemos enseñarles a navegarlo sin ahogarse.
Y si en el camino aprendemos a usar TikTok sin hacer el ridículo... ¡pues eso que ganamos!
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