De abuelas con minifalda y dictadura… a democracia con bozales

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¡Jelouuuuu Sukis! Os traigo una reflexión🧠

Desde hace un tiempo —no sé si por nostalgia, por conciencia o por las dos cosas— pienso cada día más en mis abuelas. 👵💓



Las dos. Fueron mujeres fuertes, de las que te miraban con una ceja levantada y te dejaban sin palabras sin decir una sola. Una, madre de 12 hijos, la otra, con 3 enviudó cuando el pequeño era bebe.


Y me pregunto… ¿cómo vivieron ellas en plena dictadura?


Recuerdo cuando en el 2008 desde el área de turismo del ayuntamiento organizaba excursiones para mayores. En el bus, entre chistes, risas, palmas y alguna que otra copla, me contaban sus vidas que hoy valen más que cien manuales de historia.


Cómo cortejaron a sus novios (sin WhatsApp, ni stickers románticos, ¡solo con miradas y paseos!), cómo compraron su primera casa por cuatro duros y mucha ilusión. La emoción de conducir por primera vez, con más nervios que un pavo en Navidad. Me hablaban de la moda: ellos con plataformas, pantalones campana y pelazo largo estilo los Beatle. Ellas, con minifalda y libertad en las piernas.


Pero lo que más me asombraba era cómo describían su seguridad: las puertas abiertas, la confianza en el vecino, el respeto en la calle. Y, ojo, que estaban hablando de la dictadura.


Sus vidas no eran perfectas. Algunos venían de familias humildes, otros hijos de profes o guardias civiles. Pero en todos los relatos había un hilo común: la vida fue mejorando. Pudieron formar familias grandes, alimentarles, vestirles e incluso darles un oficio con el que ganarse la vida.


Y claro, mi cabeza, que es como un hámster que no para de correr en su rueda, vuelve al presente.


Y me pregunto:

🤯 ¿Cómo es posible que tengamos hoy menos libertades que nuestros abuelos?

💸 ¿Cómo es que trabajamos más y nos cunde menos?

🚨 ¿Por qué cada día hay más inseguridad, más miedo, más crispación?


Lo peor de todo, para mí, es que hemos aceptado esta “democracia” sin hacernos preguntas. Como si fuera una palabra mágica que justifica todo, aunque lo que ocurra debajo no tenga ni una pizca de justicia.


¿Desde cuándo un gobierno no protege a su pueblo?

¿Desde cuándo las leyes nos atan más que nos liberan?

¿Desde cuándo se intenta borrar nuestra historia, nuestro idioma y nuestra cultura?


Y sí… sé que esto suena fuerte, sé que incomoda. Pero algo no va bien cuando uno se pregunta si vive en el Reino de España… o en una sucursal del Reino de Marruecos.


No sé si esto me pasa solo a mí, o si muchos lo pensamos pero lo decimos bajito para no molestar. Pero si algo me enseñaron mis abuelas, es que a veces ser rebelde es la única manera de ser honesto.


Así que quizás, ha llegado el momento de abrir los ojos, aunque eso nos haga parecer “incómodos”. Porque hay algo que me pesa más que la dictadura: una democracia vacía disfrazada de libertad.


Y yo, sinceramente, prefiero tener menos filtros y más verdad.




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